16 marzo 2010

Arrugué las cejas, y exhalé cansada antes de pararme de la alfombra. Limpié un poco mis lágrimas, y me tiré a la cama. No quería saber de nadie más en el mundo, no me importaba nada más en lo absoluto.

Sólo había quedado una Laura destrozada por el monótono sufrimiento de aquella especie llamada amor

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